“Ir de farol” en el póker es llevar a cabo una jugada aparentado tener unas cartas que no se tienen con la intención de que los demás jugadores desistan de continuar adelante con las suyas renunciando a sus posiciones. Pues eso es lo que ha hecho Meta -empresa antes conocida como Facebook– cuando ha dejado caer que si no se articula un procedimiento que permita libertad en la transferencia de datos desde la Unión Europea a terceros países, podrían verse abocados a cerrar en el territorio europeo sus populares aplicaciones Facebook e Instagram.
Lo malo de cuando te cogen el farol es que luego recoger velas suele resultar la mayoría de las veces caro o embarazoso y, ahora, META ha tenido que salir en tromba negando la mayor y argumentando que sus manifestaciones en caso alguno constituían una amenaza, como había parecido en un primer momento.
En la UE con la aprobación del RGPD nos hemos tomado muy en serio la protección de los datos de carácter personal de las personas físicas llevando la privacidad a la categoría de derecho fundamental de los ciudadanos europeos.
La aplicación de dicha normativa unido al efecto producido por la sentencia del TJUE en el caso Schrems dejando caer el Privacy Shield como antes había caído Safe Harbour han hecho que la autoridad competente en protección de datos en Irlanda (donde se establecen las filiales europeas de la tecnológica estadounidense) le “de un toque” a Meta y manifieste la posibilidad de que suspendiese la transferencia de datos de usuarios europeos a EE.UU., por considerar insuficientes los medios que, tras la caída del Escudo de Privacidad, venían practicándose; lo que dificultaría más que notablemente el modelo de negocio de META.
Así las cosas, ante el órdago de META, la respuesta de algunos de los dirigentes europeos ha venido a ser que los europeos podríamos sobrevivir sin Facebook. Y, del otro lado, la rectificación de Meta demuestra que el mercado europeo es muy goloso y que salir de aquí le podría traer más dolores de cabeza que los que ya les está dando el RGPD. Vamos, que no se van si no les echan
Octavio Gil Tamayo es doble licenciado en Derecho y Administración y Dirección de Empresas por la Universidad Pablo de Olvide.
Opositó al cuerpo de Notarios en la Academia Sevillana del Notariado. Ha actuado como asesor jurídico interno en empresas de reconocido prestigio y ejercido como abogado especializado en Derecho Privado y de las Nuevas Tecnologías en despachos profesionales de la ciudad de Sevilla.
El área de Nuevas Tecnologías y Propiedades Especiales está integrada en el departamento de Derecho Mercantil de LÉBEQ Abogados.